lunes, 4 de abril de 2011

Cuando era pequeñin.

Cuando era pequeñin me pusieron una ropita blanca y horrible, la he visto en fotos que mi vieja guarda celosamente. Me llevaron a un enorme edificio donde al contrario que en la calle todo el mundo guardaba silencio, me acercaron a un tipo vestido extrañamente y éste diciéndole no sé que a los presentes, ¡va y me echa agua por la cabeza! Yo lloraba desconcertado pero los allí presentes sonreían, se les notaba tranquilos y satisfechos, parecían decirme con sus miradas; - Tranquilo no pasa nada es agua bendita. Menudo susto claro, hasta la fecha la única que me echaba agua por la cabeza era mi madre, que suerte la mía pero, aquella era agua bendita, no entendía nada, de hecho sigo sin entenderlo.
Cuando tuve mas uso de razón o conciencia o yo que sé, me enteré que aquello era el bautismo, una especie de ceremonia iniciática de una cosa que llamaban religión cristiana, vamos que pasé sin yo enterarme de nada, a formar parte de la secta más grande y poderosa de este planeta. Ya me hubiese gustado a mí años más tarde coger al tipo ese del enorme edificio y vestido extrañamente, echarle un cubo de agua por la cabeza sin su consentimiento, para, después de su más que posible enfado, decirle que tranquilo que era agua bendita, que estamos en paz, que él me lo izo a mi hace algunos años.
Como yo solo podía llorar y poca cosa más, aquellos adultos hicieron conmigo lo que les dio la gana.

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